Tableaux vivants en el siglo XIX chileno
A las ocho de la tarde del jueves 30 de noviembre de 1865, la Compañía Keller dio inicio, en el Teatro Municipal de Santiago, a la tercera función extraordinaria de sus tableaux vivants. La programación incluía una selección de las piezas que el matrimonio compuesto por Louis y Wilhehumina Keller habían comenzado a exhibir veinte años antes en Europa y Estados Unidos y que montarían entre 1863 y 1866 en Sudamérica.
De los tableaux vivants poco se ha escrito en Chile y varios aspectos asociados a su naturaleza permiten comprender la razón de esta desatención. Uno de ellos tiene que ver con su carácter efímero. Muchísimo más breves que una ópera o una obra de teatro, su temporalidad dificulta su aprehensión. En el Chile de mediados del siglo XIX, series de tableaux vivants podían presentarse como espectáculos en sí mismos o como escenas que se producían “entre actos” en funciones de la ópera o el teatro, cuestión que también plantea preguntas sobre la independencia de esta práctica con respecto a otras actividades de corte performático. Asimismo, son escasos los dibujos, bocetos o grabados de cuadros vivos antiguos, lo que impide conocer a profundidad el tipo de recursos escenográficos utilizados, la cantidad exacta de personas que participaban, sus vestuarios, duración en escena, los fondos proyectados y los elementos que los acompañaban, fueran ellos, por ejemplo, alocuciones poéticas, descripciones de la escena representada o piezas musicales; en este sentido, es difícil tener una idea de su nivel de sofisticación y especialización.
Este núcleo temático introduce, a partir de algunas fuentes primarias sobrevivientes, parte de la historia de la Compañía Keller y el aspecto de los tableaux vivants que componían el Caín y Abel que la compañía exhibió en noviembre de 1865 en el Teatro Municipal de Santiago. La elección de las referencias pictóricas y escultóricas de los cuadros vivientes, el entusiasmo y los silencios de la prensa, las suspicacias morales y artísticas que despertaron sus poses plásticas, nos permiten atisbar desde un lugar al mismo tiempo periférico y global, varios de los nudos que conformaron el epicentro de la discusión sobre las artes durante el siglo XIX. Arrojan luces, además, sobre los modos en que la cultura popular se apropió de la historia del arte y las formas poco convencionales de difusión del arte europeo en países sudamericanos.
Investigación y recopilación de los documentos aquí presentes por Sandra Accatino y Josefina de la Maza. Accatino es Doctora en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte, Universidad de Chile. Forma parte del Departamento de Arte, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Alberto Hurtado (Chile). De la Maza es Doctora en Historia y Crítica de Arte, Stony Brook University. Integra el Centro de Investigaciones en Artes y Humanidades (CIAH), Facultad de Artes, Universidad Mayor (Chile).
contacto: sandraccatino@gmail.com, josefina.delamaza@umayor.cl
Este núcleo forma parte de la difusión del proyecto FONDART de investigación (convocatoria 2020), El ojo divagante. Pinturas de interiores en museos e iglesias de artistas chilenos en Europa (1880-1910), desarrollado por las investigadoras Sandra Accatino (Depto. de Arte, UAH) y Josefina de la Maza (CIAH, U. Mayor).
*Crédito imagen*
Frank Leslie’s Ilustrated Newspaper, 19 de abril, 1856.