“De Manet a nuestros días”: anacronismo y modernidad en el arte chileno hacia 1950

A finales de 1948, el gobierno francés comenzó a delinear una serie de acciones culturales para reactivar la circulación internacional de su patrimonio artístico (suspendida durante la Segunda Guerra Mundial y, especialmente, durante la ocupación alemana). América Latina, largamente olvidada por las políticas de acción cultural francesas en el período de entreguerras (lo que no significa que ese olvido fuese recíproco) fue uno de los territorios objetivo de estas empresas artísticas. Una de ellas, quizás la más importante, fue la organización de la muestra “De Manet a nuestros días”, una exposición de pintura francesa “contemporánea” que buscaba acallar las voces norteamericanas que declaraban la hipoteca del estatuto vanguardista del arte producido en Francia, ciertamente opacado por los esplendentes avances del expresionismo abstracto estadounidense.

Levantada a partir de préstamos obtenidos de museos, galerías comerciales, artistas vivos y botines de guerra (como la enjundiosa colección japonesa Matsukata), la ambiciosa exposición de casi 140 pinturas recaló en Argentina, Brasil, Venezuela, Perú, Chile y Uruguay entre junio de 1949 y julio de 1950. La recepción crítica fue disímil en cada una de estas locaciones. Más que revitalizar los lazos coloniales entre Francia y América Latina, la exposición fue una ocasión inmejorable para que artistas y críticos locales pusieran a prueba la vigencia de esos lazos y de las categorías estéticas que habían forjado el gusto público durante el último siglo. Lo anterior cobra especial relevancia si consideramos la oleada de arte abstracto y constructivo que había comenzado a desplegarse con sorprendente coordinación en el Cono Sur, y que no encontraba cabida en aquello que los franceses llamaban “pintura contemporánea”.

En el caso de Chile, la muestra aparece consignada en la historiografía como un catalizador de los procesos de modernización artística que se iniciarían en la década de 1950. Ya en 1960, el historiador Ricardo Bindis la señala como un acontecimiento “de importancia capital” que “abrió los ojos a los jóvenes estudiantes de arte”[1], mientras que José Balmes afirmaba en 1965 que la exposición francesa “fue el impacto decisivo para determinar la ruptura de nuestra generación con los moldes de la tradición pictórica local”[2]. En efecto, la muestra parecía dar la razón a los jóvenes integrantes del Grupo de Estudiantes Plásticos, quienes exigían al menos hace un par de años una renovación de los referentes artísticos y teóricos al interior de la Escuela de Bellas Artes.

Esa tensión entre anacronismo y modernidad aparece escenificada en la prensa de manera ejemplar. Nathanael Yáñez Silva en El Mercurio, Víctor Carvacho y Pedro Lobos en Pro Arte, Alberto Goldschmidt en Zig-Zag, Lenka Franulic e Ismael Edwards Matte en Ercilla, y Antonio Romera en La Nación, desplegarán durante el mes de mayo de 1950 sus visiones en torno a lo que la exposición significaba para el medio cultural chileno. Sin lugar a duda, se trató de un evento masivo inédito en nuestro país. Se contabilizaron 38.000 visitantes (casi la misma cifra que Buenos Aires), todo un récord si consideramos que, además, esta exposición fue la primera por la que el Museo Nacional de Bellas Artes cobró entrada. Más allá de la estadística, la crítica coincidió en que las secciones que podían resultar más familiares al público local (el impresionismo y las vanguardias cubista y fauvista) estaban “mal representadas”, pero difirió en el juicio a los artistas jóvenes: Coutaud, Gischia, Tal Coat, Le Moal y Manessier, entre otros. Yáñez Silva los consideró un peligro para los artistas en formación. Carvacho apuntó que nuestro medio cultural no estaba preparado para valorar sus obras. Romera, acaso más cauto e inteligente, advirtió que la historia del arte no siempre seguía los caminos trazados por la crítica, y que muchas veces jóvenes pintores enterrados por ésta habían pasado el cedazo de aquella.

Como sea, tendríamos que preguntarnos hasta qué punto una exposición curatorialmente anacrónica puede ser considerada, como hace la historiografía local (desde Galaz a Mellado), un legítimo impulso modernizador. Acaso la hipótesis oyarzuniana del desfase como núcleo constitutivo en la modernidad del arte chileno no esté del todo resuelta.

Esta selección de documentos se propone articular una parte de la escena crítica que se desplegó en torno a la exposición “De Manet a nuestros días”. A partir del contraste entre los textos de los organizadores franceses y los de la crítica local, les invitamos a repensar algunas ficciones historiográficas que se han instalado sobre la modernidad del arte en Chile.

Investigación y recopilación de los documentos aquí presentes por Cecilia Bettoni Piddo. Licenciada en Arte por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Obtuvo su Doctorado en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte en la Universidad de Chile con una tesis sobre el concepto de aura en Walter Benjamin. Sus líneas de investigación abordan la historiografía del arte chileno y latinoamericano, así como las fricciones entre imagen, memoria y técnica. Ha publicado ensayos y artículos en diversos medios, así como traducciones, entre las que destacan La imagen en ruinas de Eduardo Cadava (Palinodia, 2016), En busca del tiempo perdido. Sobre Aby Warburg y Walter Benjamin de Matthew Rampley (Catálogo, 2017) y El hombre ordinario del cine de Jean-Louis Schéfer (Catálogo, 2020). Actualmente desarrolla el proyecto Fondecyt Postdoctorado (n°3190130) «De Manet a nuestros días: derivas latinoamericanas de un proyecto global», en cuyo marco ha sido elaborado el presente núcleo temático.

[contacto: cecilia.bettoni@pucv.cl]

 


Notas:

[1] Ricardo Bindis, «La renovación pictórica chilena en el decenio 1950-1960», Anales de la Universidad de Chile, n°120 (1960): 171.

[2] José Balmes, «Confesión artística», Anales de la Universidad de Chile (enero-marzo 1965): 149-150.


Crédito imagen:

Vista de la exposición ‘De Manet a nuestros días’, Museo Nacional de Bellas Artes, mayo de 1950. En: Fondo Fotográfico y Audiovisual, Archivo Histórico Museo de Arte Contemporáneo.

Documentos

De Manet a nuestros días. Exposición de pintura francesa contemporánea (Catálogo)



Museo Nacional de Bellas Artes
Santiago de Chile, mayo de 1950

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El catálogo de la exposición fue íntegramente elaborado por el gobierno francés y, salvo enmiendas y modificaciones menores producto del reemplazo de algunas obras, fue el mismo para todas las locaciones en América Latina. Destacan los textos «La joven pintura y sus maestros» y «Continuidad de la pintura francesa» elaborados respectivamente por René Huyghe, conservador de pintura del Museo del Louvre, y Gaston Diehl, comisario general de la exposición. Ambos apuntan a la recuperación de la hegemonía cultural parisina, mediante una estrategia que busca minimizar los efectos de la Segunda Guerra Mundial, a la vez que acentúa el carácter heroico de la generación de pintores jóvenes que resistió a la ocupación alemana, y cómo esa resistencia se materializó en la emergencia de un nuevo lenguaje plástico.

[ Biblioteca Museo Nacional de Bellas Artes ]

«La pintura francesa de Manet hasta nuestros días» y «La pintura francesa de 1935 a nuestros días»



Gaston Diehl
De Manet a nuestros días [extracto], Caracas, Ministerio de Educación Nacional, 1950, pp. 79 y 81.

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Siguiendo el famoso diagrama de Alfred H. Barr para la portada del catálogo Cubism and Abstract Art (MoMA, 1936), Gaston Diehl elaboró estos diagramas de flujo para acompañar la exposición de pintura francesa en su periplo latinoamericano. El carácter excesivamente pedagógico de estos diagramas, que en algunas locaciones fueron impresos en sendos paneles instalados dentro de las salas de exhibición, fue criticado severamente, lo cual tuvo como efecto que no se incluyesen en todos los catálogos.

El arte de los maestros franceses en Santiago



Sin autor
Revista Pro Arte, edición 89, año II, 4 de mayo de 1950, pp. 1 y 6

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Primera aproximación del semanario Pro Arte a la exposición «De Manet a nuestros días», generosamente ilustrada con fotografías de obras. La nota editorial perfila el relieve de la muestra en términos socioculturales, detalla las instituciones y personas involucradas en su organización, y consigna los nombres de los artistas cuyas obras se exhiben en las salas del Museo Nacional de Bellas Artes. Se destaca especialmente la posibilidad que tienen los artistas en formación de conocer las grandes obras de la pintura europea más allá de sus reproducciones.

[ Colección Biblioteca Nacional de Chile ]

«Las jóvenes generaciones de la exposición francesa» y «Cómo ven la exposición los pintores chilenos»



Sin autor
Revista Pro Arte, edición 90, año II, 11 de mayo de 1950, pp. 1 y 6

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La primera sección reúne diez reproducciones de obras de la joven pintura francesa: Manessier, Le Moal, Gischia, Ajaume y Schneider, entre otros. La segunda sección recoge la opinión de Romano de Dominicis (Decano de la Facultad de Bellas Artes y director del Instituto de Extensión de Artes Plásticas) y de los pintores Israel Roa y Héctor Cáceres.

[ Colección Biblioteca Nacional de Chile ]

Breve análisis de la Exposición Francesa



Víctor Carvacho
Revista Pro Arte, edición 91, año II, 18 de mayo de 1950, pp. 1, 2 y 6

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Siguiendo la propuesta curatorial de Gaston Diehl, Víctor Carvacho esboza las principales características de los movimientos incluidos en la exposición (impresionismo, fauvismo, cubismo). Su mirada traza los lineamientos de la evolución del arte francés y se detiene especialmente en algunos representantes de la pintura joven, signada como una pintura de resistencia en cuyas obras «late la indignación, la cólera y la esperanza» y que cumple el rol de continuadora del espíritu francés.

[ Colección Biblioteca Nacional de Chile ]

La Exposición Francesa y nosotros



Pedro Lobos
Revista Pro Arte, edición 92, año II, 25 de mayo de 1950, p. 2 y edición 93, año II, 2 de junio de 1950, p. 2 y 6

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Lobos elabora una crítica del devenir de la pintura francesa como un proceso de progresiva deshumanización del arte, que abandona sus preocupaciones sociales en favor de la experimentación formal. «El arte», advierte Lobos, «se ha ido transformando en una cosa banal y sin importancia, con mucho de ridículo y absurdo», de modo tal que la pintura ya no representa ni interpreta el sentimiento del hombre moderno, que se siente irremediablemente ajeno a estos nuevos lenguajes experimentales.

[ Colección Biblioteca Nacional de Chile ]

«Preliminares a la exposición de pintura francesa» y «Exposición de pintura francesa»



Alberto Goldschmidt
Revista Zig-Zag, n°2355, mayo de 1950, p. 29 y n°2356, mayo de 1950, p. 42.

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Articulada en dos entregas, la lectura de Goldschmidt se propone también dos objetivos. El primero es desentrañar la «lección estética» contenida en la exposición francesa, tarea a su juicio necesaria, dada la poca familiaridad del público local con la gran tradición del arte francés. El segundo es evaluar la calidad de las obras incluidas en la exposición, a partir de un análisis teórico-histórico que pesquisa filiaciones y divergencias entre esa misma tradición y las generaciones de pintores jóvenes.

[ Colección Biblioteca Nacional de Chile]

40 millones en telas famosas



Lenka Franulic
Revista Ercilla, 9 de mayo de 1950, p. 15.

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En conversación con Lenka Franulic, Charles Chenier, curador en terreno de la muestra, esboza un recorrido por las principales escuelas y corrientes incluidas en la exposición. Además de asegurar la correcta ejecución del itinerario por América Latina, una labor importante asignada a Chenier fue preparar el terreno con la prensa general y especializada. Para ello, dio varias entrevistas en las cuales amplificaba el relato curatorial de coherencia y continuidad entre las viejas y las nuevas generaciones, propuesto por René Huyghe y Gaston Diehl en el catálogo de la exposición.

[ Colección Biblioteca Nacional de Chile]

Arte francés



Ismael Edwards Matte
Revista Ercilla, 9 de mayo de 1950, p. 8.

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A los ojos de Ismael Edwards Matte, se trata de una exposición que «adolece de jactancia en lo ambicioso de su título». El contraste entre la tradición encarnada por los impresionistas y la propuesta de los artistas más jóvenes resulta «enervante»: telas geniales junto a pinturas oscuras, grandes obras maestras compartiendo espacio con afiches de ferias de arrabal, colores delicados y tonalidades agresivas se suceden a lo largo de las salas del museo, con el afán de embaucar al público de sensibilidades menos forjadas.

[ Colección Biblioteca Nacional de Santiago ]

Exposición de pintura francesa contemporánea



Nathanael Yáñez Silva
Diario El Mercurio, 5 de mayo de 1950 y 6 de mayo de 1950.

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Articulada en dos entregas, la reseña de Yáñez Silva se enfoca en evaluar dos aspectos de la muestra: la calidad de las obras y su valor documental. Este último es el que le parece más relevante, por cuanto ofrece la posibilidad de componer un panorama de la evolución de la pintura francesa y, de paso, permite al crítico hacer gala de su familiaridad con ese linaje. Para Yáñez Silva, el público objetivo de la exposición no es un público conocedor, sino aficionado, esto es, un público que quedará satisfecho con el solo hecho de poder ver las grandes obras de la tradición de la pintura francesa. No obstante, Yáñez Silva pone el acento en que esa tradición no está siempre correctamente representada por las obras escogidas por los organizadores. Si bien el conjunto es relativamente aceptable en términos de calidad, lo que desentona son precisamente las obras de las generaciones más jóvenes, que Yáñez Silva estimará perjudiciales para los artistas locales en formación.

[ Colección Biblioteca Nacional de Chile]

Nuestra cultura artística



Nathanael Yáñez Silva
Diario El Mercurio, 18 de junio de 1950

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En este breve texto de cierre, de carácter menos valorativo que reflexivo, Yáñez Silva destaca la afluencia del público local como signo de una cultura artística en ascenso. Tras comparar los números con los de Buenos Aires, el crítico dirá que el público, sobre todo «mujeres elegantes» y estudiantes, asistió «con una verdadera ansiedad de saber, de enterarse, de penetrar, de explicarse», lo cual «habla muy en alto de este público en cuanto a su cultura y a su afición por el arte».

[ Colección Biblioteca Nacional de Chile]

Reflexiones sobre una exposición



Antonio Romera
Diario La Nación, 4 de mayo de 1950.

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En un ejercicio ejemplar, Romera distingue entre la crítica que lee el presente plegándolo al pasado, y aquella que lee el presente desplegándolo hacia el futuro. Sin mencionar a uno solo de los pintores incluidos en la exposición francesa, pero sí aludiendo a la confianza ramplona de algunos jueces pontificadores, Romera nos muestra cómo la crítica no necesariamente coincide con la historia, y cómo muchos artistas denostados en su tiempo por críticos miopes, son hoy los puntales de la tradición pictórica moderna que se echa en falta en la exposición francesa. Su reflexión culmina con un llamado a la cautela, sobre todo respecto en el juicio a los pintores jóvenes: no sea que terminemos pasando por alto los síntomas de una transformación plástica inminente.

[Fondo Diario La Nación, Archivo Cenfoto-UDP]

Galería de imágenes





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Ofrecemos en esta galería de imágenes una serie de reproducciones digitales y fotográficas de obras que integraron la exposición “De Manet a nuestros días”. Hemos privilegiado las obras de los artistas pertenecientes a las llamadas generaciones jóvenes, porque precisamente éstas fueron objeto de discordia entre los críticos, a la vez que impactaron sustancialmente el trabajo de artistas como José Balmes, Gracia Barrios y Guillermo Núñez (entre otros) a la sazón estudiantes de Bellas Artes.

[ Fondo Fotográfico y Audiovisual, Archivo Histórico Museo de Arte Contemporáneo ]

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Referencias Latinoamericanas